El viernes 26 de junio pasado celebramos con un evento online transmitido en vivo nuestros 30 años de lucha por una vida de violencia.
Son 30 años de la primera Casa de Refugio para mujeres víctimas de violencia de género y 30 años de uno de los logros del movimiento de mujeres del Ecuador.
Aunque estamos viviendo una pandemia mundial por el Covid19, que por cierto ha recrudecido los niveles de violencia contra las mujeres, no quisimos dejar pasar la celebración de estos 30 años de vida institucional.
Les resumimos aquí el evento que se inició a las 5pm y terminó cerca de las 17H30 y se transmitió por nuestra página de Facebook y también por YouTube. (Tuvimos un corte en la transmisión de YouTube y les pedimos disculpas por eso a quienes nos estaban siguiendo por ese canal, pero se puede volver a ver en este video)
De manera especial queremos destacar el apoyo que tuvimos de la intérprete en Lengua de Señas ecuatoriana, Paulina Luna. Nuestro interés fue lograr un evento realmente inclusivo para las personas sordas.
Para la transmisión en vivo contamos con el apoyo de El Churo Comunicación, como presentadoras Lucila Donoso y María Fernanda Almeida del equipo de la Casa Matilde.
En el evento tuvimos las palabras de Betty Vásquez, presidenta de la Fundación; luego de Rosario Gómez, fundadora de la Casa Matilde quien destacó los principales aprendizajes de estos 30 años, también contamos con la música de la cantante Grecia Albán, estrenamos un vídeo con tres testimonios de usuarias del albergue, emitimos varios videos de saludos de los representantes de nuestros socios ACNUR, PMA, otros saludos personales y también entrevistas a miembros del movimiento de mujeres del Ecuador que estuvieron en el proceso de creación de la Casa Matilde. Y también la música de la cantante esmeraldeña Mel Mourelle que nos encantó con su fuerza.
(En este enlace se puede leer la transcripción completa de las palabras de Betty Vásquez y Rosario Gómez )
Destacamos que son 30 años de una de las conquistas del movimiento de mujeres del Ecuador: cómo rindió sus frutos el esfuerzo conjunto de mujeres organizadas para luchar por una vida de violencia para las mujeres y sus hijos e hijas.
“La Casa de Refugio Matilde se ha convertido en estos 30 años en un espacio seguro donde las mujeres que viven violencia pueden ser acogidas con sus hijas e hijos tanto en el servicio de albergue y también en consulta externa. Un espacio donde puedan para fortalecerse, conocer y apropiarse de sus derechos a una libre de violencia y así pasar de ser víctimas a ser sobrevivientes”, dijo Lucila Donoso.
Betty Vásquez, presidenta de la Fundación destacó que la Casa Matilde nació “de las necesidades que se veían cuando, en el servicio jurídico del Centro Ecuatoriano para la Promoción y Acción de la Mujer, contábamos con una serie de casos de violencia contra las mujeres. Y precisamente, a través del CEPAM, que fue nuestra madre, si cabe el término, nuestras compañeras del CEPAM hicieron posible el nacimiento del albergue, para posteriormente convertirnos también en Fundación”.
“Para mí particularmente es motivo de mucho orgullo, de mucha alegría, nostalgia diría yo, porque en esa época yo era estudiante de derecho, era parte del CEPAM y, de una u otra manera, fui parte del nacimiento de lo que fue el primer albergue en nuestro país. Y ahora, paradójicamente, casualmente, estoy presidiendo este gran proyecto, esta gran institución, que se ha mantenido y esperamos que se siga manteniendo por muchos años más”.
Agradeció el apoyo de instituciones, de amigos y amigas que hacen posible que sigamos trabajando: como el CEPAM, ACNUR, El Programa Mundial de Alimentos, Medicus Mundi, UNFPA; la Secretaría de Derechos Humanos en la actualidad, anteriormente el Ministerio de Justicia; Grupo Futuro; tantos amigos, amigas, que siempre están colaborado y apoyándonos.
Rosario Gómez Santos, socia fundadora de la Casa Matilde recordó los inicios desde el departamento jurídico del CEPAM desde donde empezaron a descubrir que atrás de una pensión de alimentos, de una demanda de alimentos, atrás de un divorcio, “había un monstruo, un monstruo que para nosotros hasta ese entonces había sido desconocido. Y era el monstruo de la violencia a la mujer”.
De forma paralela formaron parte del movimiento de mujeres llamado “Acción por el Movimiento de Mujeres” donde se creó una comisión para el tema de violencia contra las mujeres. Silvia Vega, Carmen Gangotena y Rosario Gómez redactaron un pliego de peticiones al Estado ecuatoriano para exigir cambios; reformas al Código Penal vigente; “exigíamos la creación de las Comisarías de la Mujer; exigíamos la derogatoria de esos artículos en donde se daba permiso a los hombres para matar a las mujeres si las encontraban en acto carnal ilícito y exigíamos las casas de refugio, porque ya sabíamos que teníamos necesidad de un albergue, de una casa a donde recibir a estas señoras que nos pedían que se querían quedar con nosotros en las oficinas”.
Rosario recordó cómo en el gobierno de Rodrigo Borja, con el ministro de Bienestar Social, Raúl Baca Carbo, con la viceministra Elsa María Castro y Tatiana Cisneros de Directora Nacional de la Mujer se aceptó el pliego de peticiones y se creó la entonces Casa de Refugio para Mujeres y Menores.
Además de hacer un recorrido por los principales hitos durante los 30 años de trabajo, cómo luego se convirtió en Fundación, Rosario también destacó los principales aprendizajes:
PRIMER APRENDIZAJE: sin la organización no podemos seguir. La importancia de la organización, de la organización popular, de la organización de todos y de todas, pero especialmente hoy rescatamos la organización de las mujeres.
Porque todas las leyes que existen, y ojalá que existan muchas jóvenes en las personas que nos están escuchando, que esas jóvenes y jóvenes sepan que hay que seguir luchando, pero para eso hay que organizarse, para eso hay que organizar círculos de mujeres. Entonces ese es el gran aprendizaje, yo lo rescato como el gran aprendizaje de la vida, la importancia y la fe en la organización. No es fácil trabajar en una organización, pero cuando uno tiene un ideal, un objetivo, una meta, uno lo puede lograr.
SEGUNDO APRENDIZAJE: empezamos a conocer muchísimo más el problema de la violencia. Nosotros nos metimos a estudiar para conocer más el problema de la violencia. Saber qué era esto. Que no podíamos ser como la vecina de la esquina, que tal vez de buena fe le dice a la señora: “oiga, hasta cuándo se aguanta, usted es una tonta, no. Porque se aguanta ese marido que le pega”. Nosotros no podíamos, sabíamos que no podíamos repetir ese discurso. No queríamos juzgar a las mujeres. Ahora estamos convencidas de que no hay que juzgar a las mujeres.
Porque este es un problema que nos afecta a todos, que tiene raíces muchísimo más profundas en la sociedad, esta sociedad que hay que cambiarla, esta sociedad que hace daño a las mujeres especialmente pero también a los hombres. Porque el patriarcado también deshumaniza a los hombres, y a las mujeres también. Y todos somos corresponsables de esta situación, y todos tenemos que ser los sujetos de estos cambios que necesitamos en la sociedad.
Y conocimos entonces, como herramientas para trabajar en el problema de la violencia, conocimos el ciclo de la violencia de Leonor Walker, y descubrimos que no era un ciclo como una bicicleta que da la vuelta, sino que era una espiral. Una espiral que cada día se va haciendo más grave, más grave, más grave.
TERCER APRENDIZAJE: no podemos segmentar las cosas. No podemos creer que la violencia tenemos que estudiarla y entenderla como un problema aislado, como un problema que solo nos pasa a las mujeres, como un problema que tenemos que solo resolverlo las mujeres. No. Este es un problema del Estado, este es un problema de la sociedad en general. Somos el 52 por ciento de la población, y ese 52 por ciento de la población, a veces desde antes que nacemos, en la niñez, en la adultez y en la tercera edad, estamos siendo violentadas. Cuánta energía se desperdicia en nuestra sociedad con ese 52 por ciento de una población que vive afectada. Que no está en su cien por ciento de energías, porque anda mal adentro, anda oprimida, no tiene ganas de vivir.
Entonces, eso es importante, por eso es un problema de salud pública. Por eso es un problema la violencia. Esta violencia de la que estamos hoy día hablando, es un problema que afecta al desarrollo. ¿A cuál desarrollo? Al de las personas, al de los grupos familiares, al de la sociedad en general, al de los pueblos, al de las comunidades, al de las vecindades.
CUARTO APRENDIZAJE: Un último aprendizaje, porque nos metimos a estudiar también, filosofía, epistemología, es que saber que nosotros no podemos segmentar las cosas. No podemos hablar de la violencia a los niños y a las niñas y no hablar de la violencia que sufre la pareja de su padre y de su madre. De esas malas relaciones de opresión y de violencia que existen. Es clarísimo, si nosotros atendemos a un niño violentado indudablemente que ese niño está viviendo en un grupo familiar en donde hay violencia. Y si atendemos a una mujer violentada, segurísimo que los niños también están viviendo violencia.
Aprendimos a que no podemos llamar víctimas a las mujeres. Porque decirle víctima es seguirla victimizando y sentir que ella no tiene capacidad de lucha. Tenemos que hablar de sobrevivientes de la violencia, esto es muy importante.
Al final Rosario dijo: “Este es un evento del Movimiento de Mujeres. Porque queremos recordarnos. Recordarnos a todos nosotros. A esos compañeros hombres que también están junto a nosotros, apoyándonos, trabajando junto con nosotros para trasformar esta sociedad. Queremos decirles que este es un evento para recordar la importancia de la fuerza de la organización, y que a eso tenemos que volver, a los círculos de mujeres, a las organizaciones de mujeres, a las organizaciones populares”.